La inseguridad residencial impacta gravemente en la salud mental y física de las personas afectadas, tanto en las personas adultas como en los niños que viven en el hogar. Estos documentos elaborados por Grupo de vivienda y salud de la Agència de Salut Pública de Barcelona (ASPB) resumen cómo afecta a la salud de las personas que la padecen. Asimismo, recomienda un conjunto de medidas para reducir este impacto en salud y prevenir la aparición de estas situaciones.
Varios estudios realizados en nuestro entorno demuestran que 9 de cada 10 personas que sufren inseguridad residencial presentaron mala salud mental, una cifra seis veces superior a la que se observa en la población general.
Por otra parte, también ponen de manifiesto que las personas afectadas tienen una mayor probabilidad de presentar mala salud percibida, hasta tres veces más que en la población general. En concreto, los resultados apuntan a que 4 de cada persona en situación de inseguridad residencial presentan mala salud percibida.
Por lo que se refiere a los niños afectados por inseguridad residencial, los datos muestran que presentan unos niveles alarmantes de mala salud mental. En los niños que la padecen, la probabilidad de presentar mala salud mental es 10 veces superior a la que se observa en la población infantil general de Barcelona.
Existen varios mecanismos que explican la relación entre la inseguridad residencial y la salud: la afectación psicológica, el deterioro de las condiciones del hogar, el momento del desahucio, las conductas poco saludables, la ruptura de las redes sociales, otros factores estresantes , la pertenencia a movimientos sociales de apoyo mutuo y la respuesta de los servicios sociales.
La grave repercusión que tiene la inseguridad residencial sobre la salud de las personas necesita políticas y leyes valientes que protejan la salud de éstas y las familias afectadas. Es necesario dar respuesta a la emergencia habitacional, pero son necesarias también medidas estructurales que prevengan la aparición de estas situaciones.