Este fin de semana se ha sustituido la antigua cabina de la estación del Eixample de la Xarxa de Previsió i Vigilància de la Contaminació Atmosfèrica (XVPCA), situada en la confluencia de la Avenida de Roma y la calle Comte d’Urgell, por una estructura de mayores dimensiones. La nueva instalación pasa a ser una supersite o macroestación de vigilancia e incorporará tecnología para determinar los llamados contaminantes emergentes, no regulados hasta ahora por la normativa de calidad del aire.
La gestión de esta gran estación se llevará de forma compartida por el Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural y la Agència de Salut Pública de Barcelona (ASPB) que se encarga del análisis y la vigilancia de los contaminantes regulados en la normativa en la ciudad, y el centro IDAEA-CSIC, que se encargará de vigilar los compuestos emergentes. Justamente la nueva Directiva europea, que se prevé adoptar el próximo mes de septiembre, establece la creación de supersites donde determinar estos compuestos y el intercambio de conocimiento para proponer actuaciones de mejora de la calidad del aire.
Además de vigilar la evolución de la calidad del aire en la ciudad a través de las estaciones de la Red de Vigilancia y Previsión de la Contaminación Atmosférica, el Servicio de Intervención y Calidad Ambiental de la ASPB evalua también la exposición de la población a la contaminación y su impacto en la salud, para aquellos contaminantes que más afectan a la salud de las personas (NO2, PM 10 y PM 2,5), según los valores guía de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El supersite de l’Eixample, además de funcionar como punto de referencia de la calidad del aire en las calles más transitadas de la ciudad, aportará a partir de ahora nuevos datos que permitirán estudiar con mayor profundidad la evolución y comportamiento de la contaminación que afecta a la salud de las personas y tomar más medidas para reducirla.