La legionelosis es una enfermedad de origen ambiental causada por una bacteria denominada legionela. Tiene dos posibles manifestaciones: la fiebre de Pontiac, una enfermedad leve, y la infección pulmonar o enfermedad del legionario, más grave y potencialmente mortal.
La legionelosis se conoció por primera vez en el año 1976 cuando se produjo un brote en un hotel de Filadelfia que afectó a 182 personas. De las afectadas, murieron 34. El origen del nombre de esta enfermedad proviene de la palabra “legionario”, ya que los afectados de este brote fueron legionarios que se encontraban reunidos en una convención.
En el año 1997, la legionelosis se incluyó entre las enfermedades de declaración obligatoria a nivel nacional con la publicación del Real decreto 2210/95, de 28 de diciembre, por el que se crea la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica. Debido a esta normativa, el personal sanitario, cuando tiene sospecha de un caso de legionelosis, debe declararlo oficialmente a la autoridad sanitaria correspondiente para hacer su seguimiento e investigarlo.
El patógeno responsable de provocar la legionelosis es la bacteria del género Legionella, el cual engloba 48 especies y más de 70 serogrupos. Concretamente, en Europa, la enfermedad del legionario es causada con más frecuencia, pero no exclusivamente, por Legionella pneumophila. Hay que tener en cuenta que otras especies de esta bacteria son comunes en el medio ambiente y también pueden causar la enfermedad.
La legionela vive en ambientes acuáticos formando parte de la flora bacteriana de las aguas superficiales (ríos, lagos y estanques). Es capaz de sobrevivir en un amplio abanico de condiciones y multiplicarse a temperaturas de entre 20 ºC y 50 ºC, aunque su temperatura óptima para el crecimiento oscila entre los 35 ºC y 37 ºC. A temperaturas superiores de 60 ºC la legionela no sobrevive.
Su capacidad para vivir dentro de protozoos y en el biofilme que se adhiere a las superficies hace que la legionela tenga una gran resistencia, incluso en condiciones ambientales desfavorables, y sea difícil de eliminar.
La legionelosis puede presentar dos formas clínicas diferenciadas:
El periodo de incubación (intervalo desde la infección hasta la aparición de los síntomas) puede oscilar entre dos y catorce días.
La legionelosis se transmite a través de la inhalación de aerosoles de agua que contengan la bacteria de la legionela en cantidad suficiente. Cuando un sistema que funciona con agua es colonizado por esta bacteria y produce aerosoles en el ambiente, las pequeñas gotas de agua contaminada quedan suspendidas en el aire y pueden penetrar en las vías respiratorias de las personas expuestas. Una vez dentro del organismo, la legionela puede reproducirse, infectar los pulmones y causar la enfermedad de la legionelosis.
Esta enfermedad no se puede transmitir entre personas. Tampoco se puede contagiar mediante la ingestión de agua y alimentos contaminados con la bacteria legionela.
Los métodos más habituales para diagnosticar esta enfermedad son:
La fiebre de Pontiac no tiene un tratamiento específico más allá de la reducción de la sintomatología que pueda aparecer. Para tratar la enfermedad del legionario es necesario usar antibióticos.
El riesgo de enfermar depende principalmente de la intensidad de la exposición a aerosoles contaminados con legionela y del estado de salud de la persona. La legionelosis raramente se desarrolla en personas sanas.
El riesgo de desarrollar esta enfermedad aumenta cuando las personas expuestas a la bacteria presentan los siguientes factores:
Habitualmente, la infección en hombres es de dos a tres veces más frecuente que en mujeres y es rara en niños.